Cuánta tierra necesita un hombre…

Como sabrán, esta semana es la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (la FIL 2012) y este cerdito, aparte de que va a participar con un micro-taller el sábado 1ero de diciembre a la 1:00PM,  celebra las mejores letras escritas… que muchas veces también pueden darnos lecciones financieras.

Hoy quisiera empezar con «Cuánta tierra necesita un hombre», cuentazo de Tolstoi, que me mostró Juan Montes. Es curioso como un cuento puede enseñarnos más de gestión de riesgos y de la delgada línea entre ambición y avaricia, que cualquier clase financiera. Ahí les va mi síntesis, pero les recomiendo ampliamente que lo busquen y lo lean:

La historia empieza cuando la cuñada de Pajom (un campesino) viene de visita y ella que está casada con un comerciante le farolea de lo bien que viven a su mujer, mientras la otra alaba la vida en el campo.

Pajom en silencio, mientras trabaja, se dice «Si tuviera toda la tierra que quisiera, no tendría miedo de nadie… ni del Diablo»…. ¿Adivinen quién andaba ahí asomadote precisamente? Pues sí, el mismísimo Lucifer, quien decidió tomar la apuesta. Le daría todas las tierras posibles, y así lo tendría en su poder.

Resulta que una vecina suya con muchas tierras le quería vender a un cuate que todos alucinaban. Los campesinos se trataron de poner de acuerdo para comprársela, no pudieron, pero compraron en partes. Pajom estaba atacado porque su vecino tendría más tierras que él, entonces decidió vender un potro, una colmena, pedirle lana a su cuñado y poner a su hijo a trabajar. Las compró y tan buena cosecha dieron, que al año pagó sus deudas, pero empezaron los problemas porque sus vecinos y los animales de sus vecinos andaban haciendo destrozos. Los llevó a juicio, pero nada pasó.

Llegó un mujik (asumo siervo o granjero) y le dijo que había tierras buenas, bonitas y baratas (bueno, lo dijo diferente, pero era el resumen) después de El Volga. Pajom pensando que podía tener mucho más con menos dinero y problemas agarró sus tiliches y se llevó a su familia.

Le iba bien pero pronto, aunque sus tierras eran tres veces la de la granja, se le hizo poco su terreno. Empezó a arrendar para sembrar más y le iba bien, pero ya no quería pagar renta. Estaba a punto de comprar más terreno, cuando llego un comerciante a calentarle la cabezota y contarle que en la región de los bashkirios había unas tierras muy fértiles, al lado de un río, que casi casi las regalaban con tal de que te echaras a la bolsa a los ancianos regalándoles batas, cajas de té y alfombras. Aquél dijo «Para qué voy a pagar mil rublos por quinientas desiatinas (una desiatina son 109,000 metros2) y contraer una deuda, cuando con esa misma cantidad me puedo conseguir allí la tierra que se me antoje?».

Cargó su carro de regalos y viajó hasta encontrar el campamento bashkirio. Todo sucedió como el comerciante había dicho. Se sentó con los viejos, bebieron té, comieron y como querían agasajarlo le preguntaron qué era lo que más le gustaba, para ellos corresponder a sus obsequios. Nada menos, Pajom dijo que la verdad, la verdad: su tierra. Y los bashkirios le dijeron que le darían toda la que quisiera. Áquel ya quería un contrato y entonces le dijeron que tenían un precio único por la tierra: mil rublos por jornada, mil rublos por toda la que pudiera recorrer desde que saliera el sol hasta que se pusiera. Pero -hasta en esos tiempos había letra pequeña- si al anochecer Pajom no volvía al punto de partida, perdería el dinero (y la tierra, claro).

Pajom se fue a dormir, pero no podía conciliar el sueño de pensar en tooooda la tierra que iba a marcar, cómo hacerlo y lo que iba a hacer con ella una vez que la consiguiera (¿les suena familiar eso de ya casi estarse gastando el dinero antes de empezar a conseguirlo?). De pronto antes del amanecer tuvo un sueño. Oía a alguien riendo afuera y pensaba que era el jefe de los bashkirios, pero cuando se acercaba veía que era el comerciante, ¡ah no! el mujik, hasta ver que en realidad era El Diablo que se reía de un hombre descalzo y muerto, que era… sí, Pajom. Se despertó y sólo pensó ¡las cosas que sueña uno!

Antes del amanecer se reunieron con los bashkirios. El jefe de la tribu pondría su sombrero como señal de inicio y Pajom tenía que cavar un agujero en cada uno de los extremos de su tierra. Pajom caminó primero a paso intermedio, en cada punto iba un poco más lejos que porque la hierba se veía bien o había una poza. Para la hora de la comida estaba muy cansado pero tenía miedo de quedarse dormido. Empezó a ver cómo se ponía el sol y empezó a correr porque se daba cuenta que había sido demasiado codicioso y podría no llegar al inicio antes de la puesta del sol. «El corazón le latía como un martillo y no sentía las piernas. Tenía miedo de morir, pero no podía detenerse».

Pajom empezó a escuchar a los bashkirios, gritando y animándolo del otro lado de la colina. Hizo acopio de sus últimas fuerzas, corrió un poco más. Pocos centímetros antes de la meta las piernas le fallaron, cayó de bruces y alcanzó el gorro con las manos.

«¡Bravo!- gritó el jefe- ¡Has ganado mucha tierra!»

Un trabajador que acompañaba a Pajom se acercó a levantarlo, pero un hilo de sangre le corría por la boca. Había muerto.

«El trabajador cogió el azadón, cavó una tumba lo suficientemente grande para alojar a su amo y lo enterró. Dos metros de la cabeza a los pies le bastaron».

 

……………

El cierre no podría ser mejor ¿Conocen al primo del vecino que  le da el síndrome Pajom de vez en cuándo? ¿Qué otros buenos cuentos conocen sobre la avaricia?

Espero les guste y busquen el original. ¡Nos vemos el sábado en la FIL para la presentación del Libro-Agenda Pequeño Cerdo Capitalista!

 

12 comentarios en “Cuánta tierra necesita un hombre…”

  1. Muy interesante. trataré de buscarlo. Se me permitiría hacer una observación? En el párrafo en donde Pajom sueña con la tierra que ganará hay dos errores de dedo, en lugar de decir el jefe dice; le jefe y unos dos renglones adelante aparece el mismo error.

    Saludos!!

  2. Muy interesante, pensamos que por tener mas cosas materiales valemos mas y no es asi, voy a buscar ese libro creo que me sera de gran utilidad leerlo, no niego que tambien uno pasa por esos momentos que quisiera tener todo o lo mas que se pueda como pajom, pero a veces es bueno reflexionar y mucho mejor reconcerlo.

    Una pequeña observacion para Miguel Quezada, igual que tu me di cuenta de ese error que comentas pero no le di tal importancia, simplemente acomode la palabra para entender la lectura, creo que un error lo puede tener cualquiera.

    1. Hola Fabián!

      Confundimos riqueza con acumulación. Yo creo que no es lo mismo. Riqueza es cuando lo que tienes te permite hacer y tomar las decisiones que quieras y tener mucho puede no necesariamente aportar a esto. Saludos

    1. Yo creo que es un tema de preguntarnos más qué es lo importante para nosotros y por qué, no asumir respuestas.

  3. Es increible ver cuantos millonarios existen en el mundo y que muy pocos hagan algo por la humanidad, y al contrario mas quieren y hasta comenten grandes fraudes para tener mas. Muy buena reflexion. Saludos.

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