Este post sobre cómo encontrar el trabajo de los sueños se inspiró en una invitación que me hizo Marco Ayuso para participar en un hangout sobre «hacer lo que te apasiona». Lo pueden ver en www.marcoayuso.com/hangouts
Yo decidí escribir sobre cómo fue el proceso de mi carrera hasta ahora, porque mucha gente tiene la impresión de que yo sabía qué quería hacer con mi vida y cuál era el trabajo de mis sueños casi desde la guardería… y aunque podría haber vestigios prehistóricos de vocación en cada persona, la verdad yo estuve muy echa pelotas hasta que ya tenía unos años trabajando. Eso lejos de ser una tragedia -como yo pensaba- me ha llevado a hacer lo que más me gusta en la vida y que encima me paguen por eso.
Para los que les guste echar el chal, ahí les va cómo fue sucediendo y puede que algo les suene:
Haciendo un poco de arqueología, a la pregunta ¿Qué quieres ser cuando seas grande? creo que respondí desde ser bailarina de ballet y maestra (cuando tenía 4 años), escritora (de cuentos y canciones tortuosas), cardióloga (como mi abuelo), psicóloga (chance porque tengo un tornillo medio flojo), abogada (eso sí estudié unos años), hasta curadora de museos.
Mi intento más serio de ese último oficio fue montar una exposición con los trabajos de la clase de artes plásticas de mis compañeritos de «Playa IV» (Área IV Humanidades, de la prepa) en la biblioteca de mi escuela. Yo hice una Victoria de Samotracia con vestido de Marilyn Monroe de papel maché, bien consheeeptual, y unos pedestales muy chidos para cada pieza con fichas e intro de la expo.
De hecho me tomé tan en serio eso del arte y demás, que hice el examen para entrar en la licenciatura en Restauración del ex-convento de Churubusco. Todo iba bien hasta que nos llevaron a una visita a los talleres. Yo sólo recuerdo imágenes sucesivas de jarrones, pintura, gente silenciosa, profundamente concentrada… y creo que empecé a hiperventilar. No por mí, por los demás: si me quedo 4 años de carrera de 8:00 a 8:00 encerrada en un taller, seguro me vuelo una psycho y mato a alguien. Peor si eso hubiera sido mi rutina de toda la vida. Por el bien de la humanidad – y por no salir en la nota roja- dejé eso que juraba que iba a ser la vocación de mi vida.
Obviamente esto vino acompañado de gran crisis existencial – súmele usted a eso las hormonas y dramas adolescentes porque tenía 17 años y cacho- y la verdad descartada la restauración y curaduría no tenía ni la más remota idea de qué quería hacer.
Me cayó un consejo como del cielo y seguro quien me lo dijo ni idea tiene de la salvada que me dio: Me recomendaron pensar qué cosa podría hacer durante 8 horas seguidas si me encerraran en un cuarto y no se pudiera hacer nada más… eso al fin y al cabo es una metáfora de lo que se va a convertir la vida laboral, chance no encerrados (pueden cambiarle eso), sino al aire libre, pero 8 horas o más continuas haciendo algo. Si lo amas, puede ser la gloria, si no, seguro un infierno.
Lo gracioso es que el resultado de ese ejercicio fue todo menos sorpresivo: si tuviera que hacer algo durante 8 horas, seguro era escribir o leer (siempre fui porquito ñoña y ratón de biblioteca). Cuando no sabía escribir, adivinaba palabras, cuando aprendí hacía cuentos, canciones y hasta obras de teatro (malas seguramente, pero mis papás cuervos decían que eran decentes), cuando me cortó un novio de la prepa mi desfogue azotado fue intentar hacer una novela – que afortunadamente nunca acabé ni salió a la luz por el bien de todos, ya que es peor de melosa que Twilight, aunque de gángsters- y la verdad es que nunca dejé de hacerlo.
Ok, ya teníamos resuelto escribir. El siguiente paso era hacer una listita con todas las profesiones que pueden tener que ver con eso.
Yo hice una bastante larga donde se incluía desde Guionista hasta estudiar Relaciones Internacionales, pero se me prendió el foco cuando escribí PERIODISMO. Era perfecta: podía escribir, siempre aprender de nuevas cosas, andar investigando y que me pagaran básicamente por andar de preguntona, que para mí era un sueño hecho realidad.
Le pregunte a una amiga cómo le había ido en la Septién, y asunto resuelto, creo que esa misma semana, pero a finales, o la siguiente estaba haciendo el examen.
En la carrera estaba contenta, pero digamos que ser periodista no es fácil y entrar a un medio tampoco ( los sueldos en general tampoco son muy glamorosos, aunque hay excepciones). A los 19 o por ahí estaba completamente convencida de que no daba pie con bola y que tenía que lograr hacer algo extraordinario como antes de los 25 o de plano sería una fracasada (es el problema de cómo los adolescentes ven la edad, en ese entonces pensaba que a los 25 iba a ser «grande», ahora sé que era una chamaquita). Creo que torturé a mis amigos y novio de la época mucho con esa crisis vocacional.
Para colmo no me gustaban «las fuentes». Política, me daba dolor de hígado por los corajes; Deportes…. mmm lo que sé es porque #MiHermanoEsUnChiste jugó americano y baseball; Cultura, en México está muy mezclada con farándula y de pronto te toca le homenaje a Carlos Fuentes y luego te mandan con Niurka (no en todos los medios, pero en algunos)… pero ¿y eso de Economía y Finanzas?
Tuve una maestra increíble, Rosario Avilés, que nos dio Teoría Económica y me enamoré de la materia. Por fin todo lo que había oído de la Bolsa -recordando, incluso mi papá hablaba de eso- tenía algo de sentido. Fui de los 6 o 7 que escogió Economía como seminario de especialización, mientras Política y Deportes estaba aperradísimo.
Por churro, al andar buscando una chamba de medio tiempo me encontré con una fabulosa ( ¡y hasta pagaban! porque a muchos de mis amigos no) en una revista financiera que se llamaba «El Asegurador». La primerita conferencia que me tocó cubrir en la vida profesional fue la del bono demográfico (chequen este post que lo explica) y de verdad me shockeo tanto que creo que es lo que marcó mi carrera para dedicarme a las finanzas personales.
Las demás «fuentes» no tienen la posibilidad de tomar una acción inmediata en tu vida, como tomar una decisión financiera informada, para mejorar el estado de tu bolsillo y tu futuro. Eso me pareció suficientemente poderoso.
Hasta ahí ya estaba más encarrilada. Poco después, me llamaron para trabajar en El Economista y ahí aprendí mucho y me tocó tanto reportear como editar portada, pero lo curioso es que realmente lo que hizo despegar los proyectos que amo y que me permiten dedicarme a la educación financiera, que por muy nerd que suene es lo que me apasiona, fue simplemente dedicarle tiempo a mi hobbie: blogguear de finanzas personales, ir aprendiendo del tema y retroalimentarme de los casos de otros.
Ese es el resumen de cómo surgió el blog y luego el libro. Para los que quieran la «extended version» pueden leer este post en el Ornitorrinco en línea sobre cómo un reportaje me llevó a abrir mi blog y convencerme de que «mi blog es mi agente», o este post de cómo escribir un libro y no morir en el intento.
El título universitario no hace la carrera. La carrera se construye con lo que haces, con lo que te gusta, con lo que aprendes trabajando, con lo que haces diferente en tu chamba, que nadie más se toma la molestia de incorporar a su día o su descripción de puesto. «El trabajo de tus sueños» es más bien un verbo, una acción, es progresivo y todo menos permanente. No es un arránese ahí, lea estos 80 libros del plan de estudio y en 4 años será director de su propia empresa de _________ (rellenen con lo que siempre han querido hacer). También, como mi caso, tiene que haber ciertas metidas de pata en medio, adquirir habilidades que no necesariamente son técnicas o incluso desafiar creencias como: es que yo siempre he querido ser tal o mis papás dicen que hay que ser cuál, o se gana más aquí o allá.
Marco Ayuso les contará por qué la gente que hace lo que le apasiona potencialmente puede ganar más dinero en este post, (también lean este otro de 6 cosas que le hubiera gustado que le dijeran a los 17 años, que es mi favorito), y ambos los esperamos este miércoles 30 de enero a las 7:00PM (hora del centro de México) en el Hangout, el objetivo es solo picar su curiosidad de si aman lo que hacen hoy y recibir sus preguntas.
El trabajo de los sueños sólo tiene una descripción de puesto: la que escribes tú.
P.D Para más posts sobre cómo construir la carrera que quieres, den click aquí.
