Siempre me ha dado risa la gente que dice que «no cree» en las finanzas personales, como si las finanzas fueran Santa Claus, los Reyes Magos, el ratón de los dientes o el coco, y anda haciendo tarugadas con el dinero… hasta que lo necesitan y ya se preocupan y empieza a interesarles.
El año pasado fui a presentar el libro de inversiones del Pequeño Cerdo Capitalista a un programa de televisión. Una de las conductoras se la pasó interrumpiendo – ¡qué raro!-, contradiciéndome o dándome el avión. Cuando nos fuimos a corte me «explicó» su comportamiento y repelús hacia las finanzas personales:
Es que el año pasado me pasó algo súper fuerte y ya no creo en el ahorro porque ¡he decidido vivir!
¿O sea cómo? ¿Si ahorraba se moría?, ¿el ahorro le truncaba todas sus metas, sueños, viajes padres y anexos en lugar de ayudarle a cumplirlos? Yo la verdad me aguanté la risa por semi-educada (digo semi porque si fuera muy educada no estaría contándotelo ahora, pero era demasiado de risa loca como para guardármelo).
¿Qué pasa cuando no crees en las finanzas personales?
Una vez que se pasó el episodio me di cuenta de la inmensa cantidad de gente que como esta mujer «no cree en las finanzas personales» o creen que las finanzas son como una superstición… y justamente por pensar que es un asunto de creer o no creer, en lugar de ser la forma en la que te puedes facilitar la vida, no salen de la bancarrota eterna.
No les puedo ni enumerar la cantidad de mis amigos que «no creían» en el ahorro, la inversión o las finanzas sanas en sus veintes, que me daban el avión con mis «rollos» de no gastar como poseídos y abrir un fondo de inversión, y que hoy me persiguen para preguntarme cómo salir de sus deudas, cómo ahorrar, qué instrumento de inversión elegir. Porque este no es un asunto de creencia: si te la pasas de dilapidador, las broncas con dinero no van a ser imaginarias.
Parte del tema de «no creer» en las finanzas es hacer cosas irónicas como asegurar que no te importa el dinero, gastar como poseído y tener un micro-infartito cuando te llega el estado de cuenta ¿ no que no te importaba el cochino dinero y las posesiones materiales?. Nada de eso pasa por magia -cosa en las que sí tienes que creer – sino por pura lógica, sentido común y conocimientos que muchos le huyen a tener.
Y lo peor es que no importa que tengas mucho o poco dinero, tus ideas, creencias o falta de creencias son las que te llevan a la quiebra: Puedes tener un sueldazo, pero si gastas aún más de lo que ganas en puras cosas que ni te sirven, al final es lo mismo que si tienes un sueldito y tampoco lo usas nada bien.
Es muy complicado hablar con gente que «no cree» en las finanzas personales… hasta que les pasa algo. Ahí se vuelven unas seditas y te dicen que sí a todo.
Lamentablemente hay que dejarles que se den sus propios topes y a veces hasta que les pase algo financieramente grave -caer en buró de crédito con un registro super negativo, perder su casa, pasar una enfermedad carísima sin un seguro – para que empiecen a tenerle «fe» a las finanzas, a informarse y cuidar su dinero.
También pasa es que confunden y no es que no crean en las finanzas personales sanas, sino que simplemente no se les da la gana hacer cambios para tener mejores resultados: no creen que se pueda salir de deudas porque no están dispuestos a aceptar que hay que reducir gastos, no creen que puedan ahorrar porque según ellos ganan un poco -a veces mucho más de los que sí ahorran, pero siguen diciéndolo-, no creen que puedan invertir porque eso implica aprender cómo hacerlo y qué flojera….
¿Ese tipo de casos son incorregibles? Algunos sí, pero no necesariamente hay que perder el empeño. Hay dos cosas que pueden pasar con esos que «no creen en las finanzas personales» para que sean más receptivos a este tipo de información:
- Que les llegue su momento en la vida de ocuparse del dinero, que tengan una bronca o una meta real para la cual ponerse las pilas.
- Que alguien cercano sea un ejemplo de que sus creencias no son tan correctas. Si tus amigos ven que a ti ahorrando e invirtiendo te va bien no dudes que llegue el día que te pregunten cómo le haces.
En resumen, no se desesperen ni se bronqueen con sus amigos que no «creen» en las finanzas personales. Simplemente dejen ver con su ejemplo por qué ayudan a cumplir metas y dejen que les llegue el momento de interés (o necesidad extrema).
Creas o no creas, al final las finanzas personales tienen un impacto en tu día a día y sólo tú y tus hábitos pueden decidir cuál será.
¿Ustedes cuáles creen que son las creencias más nocivas para nuestras finanzas personales?
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