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Oaxaca de Juárez… y de la felicidad

Regresé no contenta, contentísima de Oaxaca. Los que hayan estado allá seguramente les habrá pasado igual. Son tan alegres y tipazos, que es imposible no sentirse bienvenido y hasta esperado.


Me pasaron tantas cosas padres, descubrí tantos rincones interesantes -y hasta inspiradores en algunos casos- y conocí a tanta gente maravillosa, que es difícil meter todo en un post, pero hay tres cosas que les quiero contar antes que todo:


La primera, que en Oaxaca me hicieron sentir como un superhéroe… sí, Santiago, un niño de nueve años decidió hacer su fiesta del Pequeño Cerdo Capitalista!!!
De Oaxaca

Fue muy halagador  que prefiriera al cerdito que a una caricatura, a Harry Potter, al Hombre Araña, o a lo que esté de moda, disculparán la desactualización.
Pero independientemente del gran halago, la ejecución fue padrísima: de regalo dio unas alcancías en la que los niños tenían que marcar con * para qué estaban ahorrando.
Aquí está la foto con Santi y la alcancía que regaló. si me manda las de su fiesta, se las enseñaré.

De Oaxaca



En Oaxaca me tocó ver muchos chavos pensando ya a futuro, desde Ulises y su novia, que están leyendo el libro juntos porque se van a casar (¡las peleas que se van a ahorrar!) …

De Oaxaca



…hasta los chavos de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, a la que le agradezco infinitamente que me invitaran a su campus a través de la Dirección de Cultura (Gracias Mayra, por seguirme en esta aventura desde que era blog y emocionarlos). La verdad todos los estudiantes super atentos y entusiastas en la conferencia pero además hubo un grupo de chavos  quienes después de la conferencia se acercaron a platicarme sus proyectos para emprender, ahorrar e invertir.


Uno de ellos, que aparte de estudiar contaduría le apasiona hacer radio comunitaria, me contó una historia que a él le gusta mucho y le ha puesto a dudar y pensar en qué es lo que quiere hacer a futuro:


«Había una vez una familia que tenía una vaca que les daba leche y quesos suficientes para comer. La familia dependía 100% de la vaca, pues era su único medio de subsistencia y sus productos eran todos para autoconsumo.
Una noche, un envidioso del pueblo les aventó la vaca a un barranco y quedaron sin nada que comer.
A la vuelta de un año el envidioso, que no había sido descubierto, regresó y cuál fue su sorpresa que la familia había prosperado como comerciantes y artesanos, ahora estaban en mucho mejores condiciones económicas que un año atrás.
El envidioso sorprendido les preguntó cómo lo habían logrado. La familia le contó que en realidad todo partió de una desgracia: ellos tenían una vaca que les daba apenas suficiente para comer, pero un día se cayó al barranco y murió (ellos no sabían que no es que la vaca hubiera perdido el equilibrio, hum). Esto los había obligado a explotar otras habilidades y ahora eran más prósperos. Sin saberlo, le estaban agradecidos a ese envidioso, porque por estar aferrados a la vaca habían dejado pasar mejores oportunidades.


Cuando terminó su historia el chico me preguntó: ¿Cuántos vivimos aferrados a la vaca por comodidad o miedo y dejamos a un lado nuestro potencial?… me dejó pensando cómo no aferrarme nunca.


Espero que les haya transmitido la felicidad que viví en Oaxaca y que les queden ganas de visitarla (eso sí, previa dieta, porque ¡se comeeee!). Les dejo unas cuantas fotos y en Facebook pueden ver el álbum completo. Inicien el mes con la pezuña derecha, Oink$$$!!!!


Este es el patio de la biblioteca del IAGO, como para sentarse horas a leer o escribir…

De Oaxaca





Para todo mal mezcal, para todo bien, también!

De Oaxaca



La luz de Santo Domingo en la tarde…

De Oaxaca

y mmmm Chocolaaaaaate!!!!

De Oaxaca

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