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El problema de tomarse todo personal en la competitividad

Ser «jarritos de Tlaquepaque» afecta lo laboral. Imagen: http://comportamiento-emergente.blogspot.mx

En México es deporte nacional tomarse todo personal, tanto para lo bueno -como la cercanía de las relaciones con la gente o ayudarlas aunque no lo hayan pedido- pero también para lo muy malo: nos azotamos por la opinión de otros sobre un tema que ni nos incumbe, por cualquier pregunta -las preguntas no son afirmaciones sino cuestionamientos -, por los consejos para mejorar nuestro trabajo, por una corrección a algo que entregamos y puede mejorarse…

Esto me surgió porque  pregunté en twitter hace unos días si era de mala educación preguntar sobre el salario. La pregunta era hipotética la tuité porque me la hizo una chica y salieron toda suerte ofendidos y agraviados, como si estuviera anunciando que fuera decreto nacional publicar en la cuenta de twitter el cheque de quincena (que dicho de paso sería una tontería en términos de protección de datos personales).

Lo mismo pasa con las opiniones sobre economía, relaciones de pareja, fútbol, religión pero peor aún: con lo laboral. Somos jarritos de tlaquepaque, cualquier sugerencia o crítica constructiva puede enemistar a personas. Por cierto, en Comportamiento Emergente, el blog de Georgells, pueden encontrar un post sobre el origen de este término.

Cuando estuve en otros países me di cuenta de esto. Ellos tienen muchos otros defectos, pero no tienen la piel tan delgadita ni este hábito de tomarse todo personal.

Me tocó hacer prácticas en una empresa que se llama Computer Science Corporations, donde la mayoría eran franceses o llevaban muchos años en Francia. Las primeras veces que vi a alguien sentarse a ver la presentación de otro y decirle: esto está mal, este dato mejor actualízalo, se ve feo ese color… yo estaba en shock. Quien recibía la crítica era alguien que había trabajado horas en la presentación y que un compañero se la hizo trizas. Obvio mi enfoque era de azote y «oh! pobre con el trabajo que le costó y el otro quitado de la pena llega y le dice esos horrores».

Supuse que el destinatario de los comentarios se iba a enfurecer, «hacer sentimiento» o «achicopalar» -seguro no hay equivalentes franceses para esas palabras- pero no. Le dio las gracias sin un solo gramo de ironía, se puso a corregir y tan cuates como siempre. De hecho, regresando de ver al jefe, le dio las gracias porque lo habían felicitado por su presentación.

Es un cultura acostumbrada a discutir y a escuchar- en México ¡ah! cómo nos interrumpimos o le adivinamos al otro la frase antes de que la diga- , donde el enfoque no es para nada personal,  sino de «mejora continua», por decirlo de alguna manera.

Una de las cosas por las que funcionan en la chamba es porque la retroalimentación no es personal: son factuales al hablar y no se refieren a la persona en directo sino al trabajo que se está evaluando a las ideas. Obviamente hay casos y hay algunos que se sulfuran o se insultan, pero en general si es chamba, es chamba. Además, como todo el mundo lo hace y todo el tiempo ¡están más que acostumbrados! Y el feedback para que no se sienta personal tiene que ser un hábito, una práctica del entorno de trabajo.

Es cierto que los franceses tienen otras defectos que nosotros no y que llevan el feedback a grados extremos hasta en los noviazgos o relaciones familiares y ahí puede que esté menos padre. Uno tiene su corazoncito y espera que su puchunguis le endulce el oído de vez en cuando, más que que lo tenga todo el día en «mejora continua», pero si llegáramos a un punto medio y nos acostumbráramos a la retroalimentación constructiva, a discutir ideas en lugar de atacar personas y a responder en lugar de «defender» ¡cuánto avanzaríanos!

Sin ponerse el saco, sin justificarse y sin personalizar este post ¿qué opinan?

P.D Acá hay un post sobre el feedback efectivo – que no es personal, sino factual- y otro de algunas otras habilidades blandas para ser exitoso en lo que amas.

P.D 2 Los próximos posts del tema serán sobre la diferencia de pedir «validación» contra pedir «retroalimenactión» y la de ser crítico o criticón.

 

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