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Quiero ser como mis abuelos cuando sea grande

Abuelos día del abuelo
Vía Pinterest http://bit.ly/1552ZNt

Mis abuelos son los autores o fuentes de muchas frases que uso a diario y en el Pequeño Cerdo Capitalista: «El teléfono es para acortar distancias, no para alargar conversaciones», «muchacho calamidad», «De poquito en poquito se llena el cantarito», «Qué bonito es no hacer nada y después de no hacer nada, descansar», «Tienes los ojos más grandes que la barriga» (esa es de mi abuelo Carlos, que es tremendo).

Cada vez que veo a mis abuelos, los disfruto enormemente porque son gente que más que envejecer, acumulan juventud:

-Mi abuelo Carlos tiene 92 años, juega tenis, se va caminando todos los días a su consultorio (es doctor, fue asistente en la primera cirugía a corazón abierto en México), come más postres y dulces que un niño de 6 años, tiene una memoria prodigiosa y un tremendo sentido del humor (jajajaja antes tenía un marco en la sala que decía «Bienvenidas las visitas por el gusto que nos dan…cuando se van»). He estado tentada a abrirle un blog o su cuenta de twitter porque tiene frases buenísimas.

– Mi abuelita Elsa es la más coqueta del mundo, primero muerta que salir sin bañar, sin peinar y sin maquillar, siempre anda muy combinada. Aunque tuvo un infarto hace 15 años se cuida muchísimo y está muy bien porque hace 20 minutos de bicicleta diarios a sus 86 años. La amo porque la socialización y las relaciones interpersonales son muy fácil para ella: ser buena persona sólo requiere saludar a la gente con educación y ser limpio. Es muy platicadora (¿de dónde lo habremos sacado?), siempre está pensando en el futuro, en sus nietos, en mi abuelo (¡le sigue celebrando los mismos chistes de cuando eran novios!) y trata de entender como son «los muchachos y las muchachas de ahora».

– Mi abuelita Flor aparte de que es una señora que la gente sigue chuleando (a sus 83 sigue teniendo una cara preciosa), desde su silla es la señora presidenta. Siempre sigue la política y le encanta discutir del tema. Fue una maestra que marcó a muchas generaciones de su pueblo y no hay semana que no reciba visita de alguien que le quiere consultar algo. Es la más fiestera y comelona. Nunca le dirá que no a un buen tequilita los domingos ni te hará el feo con ningún platillo o botana. Es la más moderna: abrió una cuenta de twitter para trollear a un candidato presidencial (pequeño detalle: no tenía followers), le fiscaliza las novias a mi hermano por Facebook y habla por FaceTime con mis tías que viven fuera.

– Mi abuelito Luis ya está echándoles piropos a las angelitas en el cielo. Mi último recuerdo de él fue pararme de la mesa del comedor y que al pasar me diera unas palmaditas en los cachetes y me dijera «Linda, hermoooosa». Él murió de una carcajada, bueno, de un infarto que le dio tras una carcajada, en una comida familiar, disfrutando mucho a sus hijas. Era uno de los hombres más amorosos, educados y caballerosos que he conocido. Creo que tenía el poder sobrehumano de entender a las mujeres y poder conciliar en casi cualquier situación. Era medio grillo y fue presidente municipal de su pueblo, construyó la primera primaria y la secundaria, dicen que ponía de sus ahorros para pagar a algunos empleados del ayuntamiento cuando no llegaba el presupuesto. Era chaparrito pero caminaba rapidísimo, era difícil seguirle el paso. Era una delicia platicar con él. Escuchaba mucho más que lo que hablaba y se sabía la «versión extendida» de todos los dichos. Lo recuerdo perfecto con su sombrero y el periódico bajo el brazo.

No sé si más adelante eso cambie, pero gracias a mis abuelos no le tengo miedo a envejecer. Creo que los cuatro hicieron grandes inversiones de vida:

1. Siguieron sus sueños e hicieron lo que les venía en gana. Dedicarse a lo que uno ama, haya estudiado para eso o no, es una de las fuentes de mayor felicidad de la vida y evita que le andemos amargando la suya a otros. Si aún no lo están haciendo o no saben qué es, prepárenlo explorando sus habilidades o haciendo un plan personal de negocios.

2.Invirtieron en relaciones humanas. Mi mamá tiene 11 hermanos, ya se imaginarán la mesa del comedor, son como 4 tablones pegados, pero además siempre hay alguien en casa de mi abuela, una visita, los hijos, los nietos. Mis abuelos paternos van sin falta tres veces a la semana a su deportivo. Uno de esos días mi abuelo se va con sus amigos y mi abuelita con las «muchachas» (mi abuelo le dice las «muchochas»), además siempre tienen un desayuno mensual con sus hermanos y otros compromisos en la semana. Nosotros los vemos seguido. Ellos han conservan una vida social con amigos y familia que los mantiene interesados en lo que pasa.

3. Hicieron ejercicio. Mis abuelos paternos están mejor que mi abuelita materna porque siempre fueron muy deportistas y siguen haciendo algo; mi abue su bici estacionaria, 20 minutos jajaj siempre dice eso, y mi abuelo tenis, natación o lo que pueden sus «amigos viejitos» que tienen 15 años menos que él. Si van a poner de pretexto que no tienen dinero, chequen este post.

4. Comieron frutas y verduras. En mi casa no hay «puleques». Todo lo tienes que probar dos veces antes de decir «no me gusta» (sólo tengo una prima que no, pero es la excepción). Por eso comemos de todo y no le hacemos el fuchi a alimentos que ayudan a estar bien, como las frutas y las verduras. Las tortitas de espinaca en caldillo de tomate de mi abuelita Elsa o los chayotes de mi abue Flor eran de mis mayores delicias de la infancia. Ninguno de mis abuelos es diabético ni tiene problemas de estómago.

5. Cultivaron la risa como religión. Mis abuelos no paran de contar anécdotas donde se ríen de sí mismos: mi abuelita tan obsesiva con la limpieza, en Veracruz se le fue a sentar en las piernas una señora que parecía salida del basurero; a mi abuelo Carlos iba muy formal a jugar al tenis todo de blanco y que se le truena el resorte de los shorts y lo traía de falda hawaiiana … a todos les cuentan sus peripecias y se carcajean de ellas. Con mi abuelo aprendí cuarenta sinónimos de Tarugo (pánfilo, atarantado, pazguato…) y mi abuela Flor siempre tiene un kleenex cerca porque no es raro que ría hasta llorar. Creo que eso mantiene sano al corazón en sentido metafórico pero también fisiológico.

6. Supieron priorizar. Ninguno de mis abuelos es rico (en dinero, en lo otro son billonarios), pero siempre gastaron en lo que les importaba. Jamás compraron cosas para apantallar a otros. Llegaron a una vejez tranquila, sin deudas ni preocupaciones económicas que tanto desgastan.

7. Mantienen las ganas de estar vivos. Yo tengo la firme convicción de que mis abuelos son inmortales, o que al menos lo serán estén o no con nosotros. Han tenido la fortuna de llegar a grandes edades y todos con alguna razón para levantarse en las mañanas: que el consultorio, que arreglar las cortinas de la casa, que ir a regar el rosal, que el desayuno con los amigos, que los nietos… Tienen unas ganas tan fuertes de estar vivos que contagian. Hay gente que se nos va súbitamente, como mi abuelito Luis, pero los que se van lentamente es porque ya no tienen estas ganas.

Mis abuelos tienen sus defectos, aunque para mi sean los mayores héroes, pero tienen el mayor activo que se puede requerir para llegar a la tercera edad y disfrutarla tanto como la primera y la segunda: actitud.

Yo de grande quiero ser como ellos ¿ustedes qué admiran de sus abuelos y qué pueden copiarles para tener un buen retiro?

P.D ¡feliz día de los abuelos!

 

 

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